Cuando Duncan era pequeño, todo el mundo pensaba que llegaría muy lejos en el mundo de la natación. Pero todo aquello se vino abajo cuando un huracán destrozó la única piscina olímpica de las Islas Vírgenes, forzándolo a entrenar al océano, donde pronto perdió el entusiasmo por el miedo mortal hacia los tiburones, y un fuerte golpe emocional, la muerte de su madre por un cáncer de mama, el día anterior a su decimocuarto cumpleaños.
Tim buscaba algo con lo que calmar su dolor, y entonces ayudado por su cuñado, apareció el baloncesto, donde pronto fue la estrella del instituto St. Dunstan's Episcopal, y varias universidades se fijaron en él. Recaló en la Universidad de Wake Forest, gracias a que Chris King, ex-jugador y agente de la NBA encargado de promocionar ésta en el Caribe, se fijó en él durante 1992 y convenció al entrenador de Wake Forest, Dave Odom, para que se hiciera con sus servicios.
Entonces en WF se convirtió en uno de los mejores jugadores en la historia de la Universidad. En sus cuatro años como universitario, Duncan llegó a ser nombrado All-American, y en 1997 consiguió el premio John R. Wooden al mejor jugador masculino de la NCAA. En esa temporada promedió 20.8 puntos y 14.7 rebotes por partido. Dominando su posición con un juego admirado en cada partido ganó en dos ocasiones el premio al Mejor Jugador de la ACC, y en tres el NABC mejor defensor del año.
Duncan lideró a Wake Forest a un balance de 97-31 que no sirvió para ganar el título. Acabó su carrera universitaria como el máximo taponador de la historia de la NCAA. También fue el primer jugador en la historia de la competición en llegar a los 1.500 puntos, 1.000 rebotes, 400 tapones y 200 asistencias.
Finalmente, en 1997, Tim Duncan se declaró elegible en el Draft, y fue elegido en primera posición por los San Antonio Spurs, equipo en el que juega actualmente.
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